Tom Hanks tiene un amuleto de la suerte con la Segunda Guerra Mundial, y lo sabe. Le fue estupendamente con Salvar al soldado Ryan y, poco después, con Hermanos de sangre y The Pacific, en las que ejerció como productor y director, junto con el incombustible de Steven Spielberg. Ahora repite suerte en el guion y la producción con este nuevo drama de acción ambientado en la Gran Guerra: Grey Hound: enemigo bajo el mar.

La película está ambientada a principios de los años 40, en plena Batalla del Atlántico, cuando Estados Unidos se afanaba en enviar suministros a la asediada Inglaterra para hacer frente al acoso alemán. Es una de las batallas más tempranas y decisivas de la guerra, al tiempo que de las menos retratadas en el cine. Miles de personas perdieron la vida y toneladas de cargamento se perdieron debido a las manadas de submarinos alemanes que acechaban el Atlántico para mermar la resistencia británica. Funcionaban como verdaderas jaurías de lobos que atacaban y se ocultaban bajo las gélidas aguas del océano. Eran especialmente mortíferos en el llamado 'Pozo Negro', el trecho en el que los convoyes dejaban de tener protección aérea por parte de la aviación americana o británica, dependiendo de a qué costas se estuvieran acercando.

Todo esto lo retrata la película con gran acierto, imprimiendo un ritmo y una tensión que entretienen y mantienen al espectador pendiente del siguiente movimiento. Tom Hanks interpreta a un abnegado e irritantemente creyente capitán Krause, en la línea de los papeles que jalonan su carrera: un hombre recto, lleno de virtudes, humilde, aunque llamado a la grandeza y admiración de sus subordinados. Nada mal, todo ejemplar. Es esta una golosina hiperedulcorada que estamos dispuestos a perdonar si nos centramos en la buena producción, el guion efectivo y directo al grano y el entretenimiento puro que ofrece a historia. Eso sí, olvidaos de honduras dramáticas o exploraciones de los personajes y sus relaciones. En esta película todos son piezas que obedecen a un fin eficaz dentro de la cadena de producción de entretenimiento que es Greyhound

Los efectos son bastante buenos, inmersivos y coherentes con cómo se hacía la guerra en aquella época, a caballo entre los métodos tradicionales y el salto tecnológico. Tómese por ejemplo la necesidad de comunicarse por señales luminosas con otros barcos o dictar mensajes de radios a los enlaces de cubierta, al tiempo que se emplean radares de reciente implementación.

Nos lo hemos pasado bien viendo Greyhound, la verdad, conscientes, como ya hemos dicho, que se trata de un producto de puro entretenimiento que consigue lo que pretende sin ir más lejos. Hemos disfrutado con la tensión del duelo contra un enemigo invisible, astuto y omnipresente. Hemos perdonado el exceso de virtud que la cinta otorga a los personajes americanos, siempre solitarios frente a la salvación del mundo, porque esta película es como tantas otras que propagan la imagen prístina de una nación hoy en decadencia.

Por desgracia, la pandemia pilló a esta película a las puertas de su estreno, que nunca llegó a producirse. Hoy puede verse en Apple TV, y no por ello es menos disfrutable. Aventuramos que su comportamiento en taquilla hubiese sido tan discreto como sus pretensiones, pero suficiente para seguir alimentando pequeñas aventuras como esta que nos matan el aburrimiento de una hora y media. No podemos pedir más.